Hoy me ha pasado una bonita historia.
Al ir a entrar en la residencia con mi madre, se acercaron 5 chavales, que tengo que reconocer, yo pensé, "estos vienen buscado bulla y ya tenemos el lío".
Pero ahí, mi sorpresa, se acercó uno de los chicos con el pasamontañas calado, y me pregunta : es ETE ¿verdad?
Sí, le digo, y se dirige a mi madre y le pregunta ¿No me conoce?
Ya, por fin, le dice, soy tu vecino de abajo, Mohamed.
Mohamed, era un niño de 8 años que apenas hablaba castellano cuando llegó al bloque de mi madre, y sus padres no hablaban nada. Que todos los vecinos tenían ciertos recelos, pues era cuando estaba reciente los atentados islamistas.
Pero mi madre, como siempre, trataba fenomenal a todos los vecinos y genial a los niños.
A Mohamed, le daba caramelos, si les hacía falta llamar por teléfono, les dejaba llamar, les daba un huevo, o azúcar, les abría la puerta como a cualquier persona, y le pedía que si le dejaba darle un beso. Mohamed le iba a enseñar las notas a mi madre, y mi madre le daba algo de parte de los "Reyes Magos" ( ¡Qué entendería él) Y sobretodo le trataba con cariño.
Y hoy, Mohamed, antes de que fuese tarde, iba a dar las gracias a mi madre, y a devolverle algo del cariño recibido. Ya no era un niño gordito de 8 años, sino un apuesto joven de 14, con una preciosa sonrisa, que lejos de avergonzarse delante de sus amigos de ir a ver a una persona mayor. Les llevaba con él. ¡¡Ah!! y para ello había recorrido más de 4 km.
¡¡Chapeau!! Mohamed. Gracias, chicos como tú hacéis que tengamos confianza en el mundo, en la multiculturidad y en la juventud... Y madres como la mía, también.
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