Hoy en una cafetería de un centro deportivo, estaban 3 madres. Bueno 3 madres y una niña de unos 5 o 6 años.
Las madres ejercitándose a tope: primero que si la de inglés pronunciaba mal o peor que las de la academia. Luego que si el cuaderno no se hace así. Seguimos con que hay que leer los libros apaisados ¿eso no lo he entendido muy bien? Luego con los castigos de mi hijo que le castiga a él y no al resto de la clase. Luego sacaron las críticas de la maestra del año pasado, "Si, si al final criticabas a Esperanza , pero esa era mejor que la de este año". Uf...
Bueno todo esto con buen tono de voz, dado que yo estaba 4 mesas más adelante y mi fuerte no es la audición, pero les aseguro que oía todo con correción.
Finalmente me volví para poner cara a las "Deportistas", y vi a una pequeña niña en la misma mesa. Unas veces la niña se tapaba los oídos, otras los ojos. Al levantarme comprobé que la pequeña estaba jugando con un pequeño móvil a un juego. Eso sí, mientras sus expertas madres, en vez de educar se dedicaban a arreglar el mundo educativo, con sus profundos conocimientos pedagógicos.
Uf, Uf, uf... obviamente me acabé mi té rojo y me fui. Ya sabéis que prefiero tener paz a tener la razón.
¡Ay madre! ¿Por qué no cambiarán a sus hijos de colegio si tiene maestros tan perfidos e incompetentes? o ¿es sólo por hablar de algo?
¿Cual será el comportamiento de la pequeña el lunes ante la defenestrada maestra?
Esperemos que sea autodidacta, o al menos sepa abstraerse de los comentarios parentales
¿Cuándo nos daremos cuenta qué quien no cumple queda deslegitimizado para criticar? ¿Y cuando nos daremos cuenta que estamos todos del mismo lado?
Cierto, Juan, así es. Lo has resumido muy bien.
ResponderEliminarUn abrazo.