miércoles, 26 de febrero de 2014

PROYECCIÓN FRUSTRADA

Hay padres que buscan en los estudios de sus hijos la proyección frustrada de sus propios estudios, padres que no triunfaron en los estudios, quieren  que sus hijos se conviertan en su segunda oportunidad.
Lo que les trasmiten es una obsesión por el resultado en vez de un amor por el aprendizaje, un ser mejor que los demás más que un disfrute por la labor bien hecha.

Un egoismo antes que una capacidad de aprender de los propios errores. No quieren ni oír hablar del trabajo en equipo, del trabajo colaborativo, a no ser que que los compañeros se comporten como súbditos de sus hijos.

Son padres que hacen los deberes a sus hijos, aunque eso suponga engañar a los profesores y evitar que sus hijos se responsabilicen de sus éxitos y de sus fracasos.

Lo dicho Proyección frustrada o ¿En busca de un segundo curriculum?

domingo, 16 de febrero de 2014

EDUCACIÓN INVISIBLE

Dicen que es lo contrario al curriculum oculto, es decir aquella educación que con intención intentamos transmitir a nuestros alumnos fuera del curriculum, lo hacemos a través de nuestro tono de voz, nuestra manera de sentarnos, la trasmisión de los valores que intencionalmente queremos trasmitir, trato respetuoso de los alumnos

Esforzaos por compartir esta Educación Invisible

viernes, 7 de febrero de 2014

los hijos



Te tropiezas con un balón de espuma y encuentras un muñeco bajo el sofá. Giras el grifo del lavabo y descubres que anida un pato de goma. Abres la sandwichera y ahí están, achicharrados, tres cromos del Osasuna.

A veces maldigo este caos de casa tumultuosa con niños. Pero sé que algún día maldeciré todo el orden a solas que vendrá después.

Vuestros libros ordenados, pero sin ser abiertos. Vuestras camas hechas, pero frías. Los platos pulcramente recogidos en la alacena, pero sin nadie con quien comer.

Tener hijos y salir a la calle es como llegar a la ceremonia de los Oscar de sobrado con dos estatuillas bajo el brazo, una hora antes de que empiece la entrega de premios: sabes que te los has ganado seguro.

Tener hijos es pisar la acera a las ocho y media con toda la gimnasia hecha: los abdominales del estrés, las flexiones del 'no se puede', el pilates del 'haz lo que debes', el yoga del 'aprovecha el tiempo', los lumbares de la desobediencia y de la sinrazón. En tan solo media hora, mientras te aseas. Así que cuando sales al mundo adulto ya no te acojona nada y todo te preocupa lo justo.

Para convención popular, la que montas un domingo lluvioso en casa con los amigos de tus hijos.

Para dimisión irrevocable, la que te presentan cada día que les pones verduras.

Para exclusiva, la de que el pequeño tiene otra novia y no hace declaraciones.

Para 'share', la audiencia que os da mamá durante le cena, siempre con un cuento delante.

Para traición, la mía, que nunca estoy; la vuestra, que habéis preferido la Play a las chapas.

Para problemas laborales, los que me da esa ortografía en huelga y sin servicios mínimos.

Para inflación, la de los besos de Martín, que cada vez los vende más caros.

Para crisis, la que acontece cuando se acaba el verano.

Me lo enseñó una tarde mi abuela, que lo llevaba escrito en un marcapáginas y leía una novela de Capote, eso de que los legados más importantes que los padres y las madres pueden dejarles a sus hijos son dos: uno son las raíces; el otro, las alas.

Algún día regresaré a casa tarde a causa del trabajo (o de la falta del mismo). Abriré la puerta del salón y todo estará en orden. Será que habéis volado, vaya. Entonces echaré en falta la felicidad que era este perfecto desorden.

Pedro Simón