sábado, 5 de octubre de 2013

CADA UNO TIENE LA CARA QUE SE MERECE


Leía en "la mar de campos", a mi colega columnista Daniel Barbáchano:

"Que la abuela de su amigo decía: que a quien tiene cara de una cosa, la mitad no se la quita nadie; y le añadía a su nieto: así que no te preocupes, hijo, tienes cara de listo y de buena gente. A poco que te empeñes, las cosas te irán bien".

Dice que de joven uno tiene la cara que te ha tocado en suerte, por lo de los genes. Pero a partir de los cuarenta, o así, uno tiene la cara que ha elegido para si mismo, es decir, la que se ha ido fabricando con sus pensamientos más íntimos, sus comportamientos, su talante personal y sus actitudes, su generosidad o ausencia de ella.

Pone como ejemplos la cara de Berlusconi y la del Papa Francisco, la primera dice que parece un rictus permanente de no soportarse a si mismo ni conocer el papel en su vida, y el segundo pura humanidad y simpatía, sinceramente le gustaría tener al segundo como abuelo.

Igual dice con la cara de Rouco Varela que parece, una máscara de cera y hielo desconectada del mundo de los vivos y cargada de desprecio.

Emilio Duró, era más bruto y decía: El que tiene cara de bobo es porque lo es, fíate de tu intuición.

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